1: Lo explico y no es suficiente”
- Problema detectado: Existe la autoexpresión emocional pero es demasiado general (Ej.: estoy mal, estoy ansioso, estoy desmotivado, etc.)
- Solución: Desglosar el todo (“estoy mal”) en partes con el objetivo de especificar y puntualizar para ser comprendido (“mi malestar está relacionado con la incomprensión que vivo en el trabajo, pero más concretamente, por el trato que recibo de un compañero que, hasta hace poco tiempo, era una persona en quien confiaba…”)
2: “Cree que estoy enfadado pero en realidad estoy decepcionado”
3: “La otra persona no me entiende”
- Problema detectado: la emoción que el otro recibe es distinta a la que se desea expresar. Existe la creencia de “no quiero que me vea triste, no quiero que me vea débil”.
- Solución: La tristeza y la rabia son dos caras de una misma moneda. Por ello, es fácil que aparezca una en representación de la otra. El problema surge cuando la emoción que expresamos nos aleja de nuestro objetivo. En este caso, el análisis del término “débil” y los significados implícitos facilitaría una construcción más funcional del término que aproxime a ambas partes.
3: “La otra persona no me entiende”
- Problema detectado: No existe la autoexpresión emocional que describa el “cómo me siento”. Se espera que el otro lo sepa.
- Solución: El primer paso siempre partirá de uno mismo. En este caso, el análisis de la situación a través de la introspección (detectar cómo me siento, qué pensamientos me hacen sentir de este modo, qué creencias refuerzan mi estado, qué papel juegan los demás en todo ello, etc.). Tras aumentar el autoconocimiento será más fácil comunicar desde la autoexpresión emocional y encontrar una forma coherente para el contenido que se desea trasladar.
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